¿Pienso, luego existo? (Descartes) fue la consigna que nos guió por varios siglos, donde la creación se redujo al pensamiento positivo.

Sin embargo, hoy sabemos que la ecuación para lograr los objetivos exitosamente debe incluir un factor constante e indivisible… el sentimiento.

El sentimiento es el motor de toda creación humana, así como el combustible que le da fuerza a nuestros autos, y que mientras más limpio y puro, nos hace avanzar más rápido y de mejor manera. Así mismo, es el sentimiento que ponemos en todas las cosas que emprendemos, la sustancia de la cual serán hechos nuestros resultados.

Por ejemplo, quien piensa en hacer un viaje, seguro ya lo ha imaginado, lo ha proyectado y seguramente hasta las cuentas ha sacado. Entonces, vale preguntarse, si todo lo que he proyectado, lo tengo o lo soy en mi corazón. Es ahí donde se aloja el sentimiento, es en nuestro corazón donde nace la creación, con su impronta y su fuerza, ahí también están las verdades de los motivos, las razones, que pueden ser muy luminosas, solidarias o simplemente razones como las que nos puede marcar nuestras necesidades individuales y/o egoístas.

Por esto, es importante entender que la calidad del sentimiento, será en definitiva el factor que contiene el elemento para manifestar una gran creación. Y para eso, hay que estar muy atentos a lo que sentimos, en cada microsegundo, donde aparecen nuestras intenciones, ya que es ahí donde sucede la verdadera magia, de ahí emergen nuestros deseos.

¿y tú, te has hecho consciente del sentimiento que te ha gobernado en tus creaciones más importantes de la vida?