Esto también obedece a una cadena de acción y reacción. Vemos el estímulo, nos genera un sentimiento, cuya energía detona la reserva de poder que constituye ese estanque de combustible que explota en nosotros.

Pero, ¿cuál es la utilidad de esa energía?

Es este campo de energía un tremendo potencial de realización, es aquí donde radica nuestra fuerza, sin embargo, es la calificación que le demos, la característica que tendrá cuando sea expresada.

Por esto, el proceso de conexión es fundamental, ya que a través de la energía de la fuente, podemos no sólo aquietar el campo emocional, (lo que nos permite vivir en armonía) sino que además, nos ayuda a encauzar su poder en la irradiación profunda de nuestro entorno, para así gestionar los cambios de forma armónica y provechosa para todos.

No hay que perder de vista que en este plano, donde vivimos, estamos expuestos permanentemente a la dualidad, donde todo está polarizado, donde todo es bueno o malo, blanco o negro, etc… y es el proceso de conexión con la fuente generadora nos permite salir de ese paradigma, entonces, cuando enlazamos con lo superior, es cuando entramos en el pensamiento vertical, que nos permite acceder a esa energía luminosa que no sólo recarga nuestra reserva de poder, sino que la hace más amorosa, armonizando su fuerza, poniéndola disponible para crear en este plano lo productivo y constructivo, lo que para todos puede significar un avance en sus procesos de vida. Esto, nos lleva a una mayor libertad de nosotros mismos, comprendiendo que la vida no se trata de lo que nos pasa, la vida se trata de cómo elegimos responder.

Somos parte de una sola energía, todos tenemos un solo origen, el verdadero despertar, es reconocernos en nuestra esencia como seres energía, luminosos y constructores poderosos de la luz.